UN MOMENTO DE SILENCIO POR TODOS08/04/2020

Queridos hermanos:

¿Esto será un simple paréntesis del que –cuando nos lo permitan– saldremos para volver después de un tiempo a nuestras vidas y costumbres de siempre, o será una crisis a la que sucederá una verdadera catarsis que lo transforme todo? Yo no tengo la respuesta, el tiempo nos lo dirá, pero en el Miércoles Santo más distópico que nadie pudiera haber imaginado me dirijo a vosotros para transmitiros un mensaje de esperanza y de fortaleza en un tiempo en el que la incertidumbre y la tristeza nos acechan cada vez que miramos por nuestras ventanas desde las que, aunque por ellas entren los rayos del sol de esta incipiente e insólita primavera, sólo vemos calles desiertas.

El ocho de abril debería haber sido un día de estameña blanca y veludillo rojo, de incienso, de velas y de juramento, de caminar majestuoso de nuestro Santísimo Cristo por las calles de la Ciudad ante la embelesada mirada de propios y extraños. En su lugar será el del año en que todo se detuvo, el del año en el que el Cristo no salió de su capilla ni los hábitos se sacaron de los arcones, en el que nos tuvimos que conformar con ver las procesiones de otros años en una pantalla, pero también puede ser el Miércoles Santo en el que aprendimos a apreciar lo que tenemos, en el que la "rutina" anual deje de serlo para volver a contemplar el rito de esta tarde como lo hicimos aquel primer año en el que todo era nuevo, todo era emoción y todo nos causaba el lógico asombro; por eso mi pensamiento está hoy con los ochenta nuevos hermanos que esta tarde tendrían que haber acompañado a nuestra venerada Imagen por primera vez y para los que un año de espera seguro que se les antoja una eternidad. Los que peinamos canas sabemos que un año realmente no es nada, que se suceden unos a otros con una velocidad de vértigo, pero para un niño trescientos sesenta y cinco días son un mundo infinito cuyo final –benditos ellos– no son capaces de atisbar.

Pues bien, hermanos, mirémonos en ellos y tomemos conciencia de que lo que ocurra hasta el próximo Miércoles Santo dependerá básicamente de todos y cada uno de nosotros, no sólo en la Semana Santa sino en la sociedad de la que nace y que hace que en cada época sea como es. Que el Miércoles Santo de 2021 vuelva a ser uno más en una tierra cada vez más yerma, que renace tan sólo unos pocos días con la primera luna de la primavera, o lleguemos a él con la ilusión del primero, realmente está en nuestras manos porque –aunque pueda ser una paradoja– oportunidades como la de ahora posiblemente no vuelvan a presentarse.

Mientras tanto esta tarde, a las ocho y media, busquemos un momento para recordar el sonido de la bomba, para dejarnos invadir por la tranquilidad que infunde el chelo, para ponernos de rodillas frente al Cristo de las Injurias y, frente a él, guardar un momento de silencio por y para todos.

Rufo Martínez de Paz.

Presidente de la Real Hermandad del Stmo. Cristo de las Injurias - Cofradía del Silencio.

 

Artículo publicado en La Opinión-El Correo de Zamora el 8 de abril de 2020.


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